Así pasa la vida
A Isabel y Evaristo
Por Edinson MartínezFue ese andar decidido,
apresurado, con aquel aire juvenil que todavía recuerdo de ella señalando el
camino, como entonces siempre la vi,que junto al acompasado contraste en el
movimiento pausado y equilibrado de él, pareciendo que midiera cada paso, lo
que en instantes rescató sus nombres de mi memoria desde los remotos días de
compañerismo político en la universidad. ¡Qué fantástica es la vida! Me dije.
Así, enseguida llamaron
mi atención, me despabilé como quien despierta de un sueño, y dije en voz alta
el nombre de uno de ellos.
—¡Evaristo!
La mujer volteó y sus
ojos azules como el cielo, con aquel brillo que alucinara a Evaristo en su
juventud, me miraron con curiosidad para con el mismo impulso de un rayo
viniendo de lo invisible, exclamar:
—¡Muchacho!
—¡Y
vos que hacéis por aquí por estos lados!?
Los tres estábamos sorprendidos en medio de aquel rumor de impersonales rostros.
Fue
un encuentro fugaz, meteórico, una caprichosa vuelta del azar con las que a
veces se nos premia en este maravilloso tránsito en que consiste la vida.
Nos
abrazamos y con el mismo albur inesperado con que nos encontramos a kilómetros
y años de distancia, nos despedimos gozosos de sabernos vivos.
Por ahora no tendríamos
tiempo para volver a vernos, ella en sus ocupaciones de migrante, extrañada de
sus oficios académicos en Venezuela, y él, intentando abrirse paso en un lugar
que desconoce su brillante carrera en la academia universitaria de nuestro
país. Yo, de paso, persiguiendo a lo que vine, como una carrera contra el
tiempo exprimiendo cada segundo de mis días en Madrid.
Qué fuerte se escuchaba
andar el tren llegando con su prisa indolente, ya nos vamos, cada quien por su
lado se despide. Así pasa la vida, como un soplo, tal como dijera Gardel en su
celebrado tango de casi un siglo, es como un viento buscando dónde tallar sus
formas para dejar constancia de su paso. Quizás nos veamos más adelante. No lo
sé. Nadie lo sabe. Pido a las invisibles fuerzas de lo imponderable que, las
manecillas de los relojes de nuestros afanes, sea tan generosas como hasta
ahora lo han sido para que podamos volver a vernos en la próxima estación del
metro de nuestro tránsito vital.
Madrid, 21 de
Agosto de 2024
Estimado Edinson, encantado de releer tu encuentro con Isabel y Evaristo. Y también leer tu reseña sobre un mensaje a García". Ambos artículos escritos con fluidez y elegancia. Un fuerte abrazo.
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