Un sujeto llamado Santiago (PRÓLOGO)
    Sus
páginas cuentan las vueltas y revueltas de la existencia y algunos de sus
elementos constituyentes como benevolencia, enamoramiento, bondad, experiencia
consolidada, aceptación, misericordia; también la inquina, el odio, la
revancha, el vacío, la soledad, la incomprensión, la locura o el
desquiciamiento. 
    Y toda o buena parte de la trama y sus
intersticios suceden por una nimiedad que desata un terrible saldo, tal y como
suele ocurrir con más frecuencia de la que acostumbramos presumir. Siendo ese
saldo una realidad tan cotidiana que nos condujo a nosotros a recordar,
mientras leíamos, un pensamiento de Marco Aurelio, el emperador romano, quien
expresaba: “Los hombres han nacido los unos para los otros, edúcalos o
padécelos”.
    Y es que en la novela acontece un hecho
azaroso, triste y lamentable y provoca que al lector no le resulte posible
evitar que, en la medida en que avanza a través de las páginas, empiece a
repasar su memoria y a establecer parangones, similitudes y diferencias. 
    Es tanto así que pudiera ocurrir que se
vean renacidas experiencias semejantes que se han conocido o son parte del
devenir de cada quien. Una desemejanza, si se le compara con otras vivencias,
seguramente la establece el paisaje, puesto que el ambiente geográfico descrito
en la novela no es muy común ni grato, aunque absolutamente real y casi que
determinante en el escenario deprimente que describe. Paisaje y clima que muchos
hemos padecido.
    Un sujeto llamado Santiago recopila una relación de acontecimientos bien
contados, no un amasijo de situaciones. Es una narración pausada, de buen
ritmo, que reúne hechos complementarios y perfiles humanos bien delineados que
alertan, esclarecen y conducen al lector a la elaboración de juicios
anticipados que lo retienen y llevan a la reflexión.
    De estructura habitual en el sentido de que
superpone épocas y acontecimientos como es frecuente en la narrativa novelística
clásica, presenta la facilidad de que son transiciones bien establecidas por
partes o aspectos bien definidos que construyen la “ilación” que el lector
agradecerá porque, obviamente, permite adentrarse con paso firme en la historia.
    Esta obra literaria está, igualmente,
signada por pensamientos instructivos y pautas que funcionan como sólido soporte
del contenido. Uno de esos pensamientos refiere un comentario favorable sobre
“el tiempo que para todo existe en la vida”, formulado por un interlocutor. 
    La respuesta del contertulio fue esta
simple pero contundente aclaración:
    “Cuando la desdicha no tuerce el destino de
las personas”.
    Y me pregunto yo, el prologuista, a modo de
cavilación y síntesis, ¿y quién en esta vida no carga con el pesado fardo de
una desdicha? De modo que figúrese lo atractiva que puede ser la historia que
se cuenta.
   Debo observar que Edinson Martínez ha
escrito, entre otros géneros, cuatro novelas y dos relatos literarios que no he
leído, de forma que no estoy en capacidad de analizar Un sujeto llamado Santiago versus su anterior narrativa, mas sí
puedo asegurar, como lo he dejado ver, que la presente es una ficción en la
cual, a partir de un ordinario lance individual, desarrolla un denso y
cuidadoso tejido conectado con el humano universo existencial y sus
entretelones.
Periodista
y escritor

 
 
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