Un sujeto llamado Santiago (PRÓLOGO)

Por Manuel Bermúdez Romero  

    La vida tal cual es. La existencia y sus vericuetos representados en certezas, dudas, realizaciones, infortunios y oportunidades inesperadas e inmerecidas, está contada en Un sujeto llamado Santiago, novela corta que tiene usted en sus manos y es la más reciente que ha concebido el escritor Edinson Martínez.

    Sus páginas cuentan las vueltas y revueltas de la existencia y algunos de sus elementos constituyentes como benevolencia, enamoramiento, bondad, experiencia consolidada, aceptación, misericordia; también la inquina, el odio, la revancha, el vacío, la soledad, la incomprensión, la locura o el desquiciamiento.

    Y toda o buena parte de la trama y sus intersticios suceden por una nimiedad que desata un terrible saldo, tal y como suele ocurrir con más frecuencia de la que acostumbramos presumir. Siendo ese saldo una realidad tan cotidiana que nos condujo a nosotros a recordar, mientras leíamos, un pensamiento de Marco Aurelio, el emperador romano, quien expresaba: “Los hombres han nacido los unos para los otros, edúcalos o padécelos”.

    Y es que en la novela acontece un hecho azaroso, triste y lamentable y provoca que al lector no le resulte posible evitar que, en la medida en que avanza a través de las páginas, empiece a repasar su memoria y a establecer parangones, similitudes y diferencias.

    Es tanto así que pudiera ocurrir que se vean renacidas experiencias semejantes que se han conocido o son parte del devenir de cada quien. Una desemejanza, si se le compara con otras vivencias, seguramente la establece el paisaje, puesto que el ambiente geográfico descrito en la novela no es muy común ni grato, aunque absolutamente real y casi que determinante en el escenario deprimente que describe. Paisaje y clima que muchos hemos padecido.

    Un sujeto llamado Santiago recopila una relación de acontecimientos bien contados, no un amasijo de situaciones. Es una narración pausada, de buen ritmo, que reúne hechos complementarios y perfiles humanos bien delineados que alertan, esclarecen y conducen al lector a la elaboración de juicios anticipados que lo retienen y llevan a la reflexión.

    De estructura habitual en el sentido de que superpone épocas y acontecimientos como es frecuente en la narrativa novelística clásica, presenta la facilidad de que son transiciones bien establecidas por partes o aspectos bien definidos que construyen la “ilación” que el lector agradecerá porque, obviamente, permite adentrarse con paso firme en la historia.

    Esta obra literaria está, igualmente, signada por pensamientos instructivos y pautas que funcionan como sólido soporte del contenido. Uno de esos pensamientos refiere un comentario favorable sobre “el tiempo que para todo existe en la vida”, formulado por un interlocutor.

    La respuesta del contertulio fue esta simple pero contundente aclaración:

    “Cuando la desdicha no tuerce el destino de las personas”.

    Y me pregunto yo, el prologuista, a modo de cavilación y síntesis, ¿y quién en esta vida no carga con el pesado fardo de una desdicha? De modo que figúrese lo atractiva que puede ser la historia que se cuenta.

   Debo observar que Edinson Martínez ha escrito, entre otros géneros, cuatro novelas y dos relatos literarios que no he leído, de forma que no estoy en capacidad de analizar Un sujeto llamado Santiago versus su anterior narrativa, mas sí puedo asegurar, como lo he dejado ver, que la presente es una ficción en la cual, a partir de un ordinario lance individual, desarrolla un denso y cuidadoso tejido conectado con el humano universo existencial y sus entretelones.

 

                                                                      Manuel Bermúdez Romero

Periodista y escritor

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