«Gracias a la imaginación devolvemos la vida a quienes no están con nosotros». Han Kang

Tomado de El Mundo
Marco Del Corona
Corriere della Sera


Han Kang, premio Nobel de Literatura 2024: "Mi madre le dijo a mi hermana: 'Por favor, no te mueras'. Es una frase que he usado a menudo"

La escritora surcoreana Han Kang habla sobre los grandes temas de su narrativa: la violencia, la memoria y la familia. "Vi llorar a un padre que había perdido a su hijo al leer mi novela. Me di cuenta de que mi libro puede consolar a las personas"

Antes de las historias, está siempre la imaginación. «Gracias a la imaginación devolvemos la vida a quienes no están con nosotros». Han Kang (Gwangju, Corea del Sur, 1970) lo hace, novela tras novela. En Blanco (2016) Kang construía un abrazo en forma de palabras para su hermana gemela, a quien nunca conoció, porque nació antes que ella pero murió dos horas después. En Actos humanos (2014), imaginaba el monólogo interno de las víctimas de la represión de la dictadura surcoreana en los disturbios de 1980. En La vegetariana (2007), inventaba a una mujer que decidía dejar de comer carne después de una pesadilla y que así convertía su vida en un calvario... Kang, la primera escritora coreana que ganó el Premio Nobel (2024), interroga en sus libros a la memoria y la pone en diálogo con el cuerpo y la violencia, sus otros temas centrales. Su prosa roza la poesía y frecuenta el silencio.

«He perdido un poco de mi vida privada», cuenta Kang en una visita a Italia, donde presenta la edición de Blanco. «Me siento honrada, por supuesto, pero si antes los lectores me paraban por la calle, ahora lo hacen quienes quizá no me leen. Tengo que cubrirme, esconderme. Espero que se olviden de mí».
La escritora surcoreana Han Kang habla sobre los grandes temas de su narrativa: la violencia, la memoria y la familia. "Vi llorar a un padre que había perdido a su hijo al leer mi novela. Me di cuenta de que mi libro puede consolar a las personas"


P. ¿Ha influido la conmoción del Premio Nobel en su escritura?
R. No. Ha pasado un año y, cuando escribo, nada ha cambiado de verdad. Intento continuar la novela en la que estaba trabajando. En cuanto a la relación con los demás autores coreanos, todo está bien. Me felicitaron sinceramente.
P. En su discurso de aceptación del Nobel en Estocolmo, dijo que le encanta profundizar en cuestiones que considera «cruciales y urgentes». ¿Cuáles son las cuestiones que le preocupan ahora? 
R. Estas cuestiones están relacionadas con lo que escribo. Ahora me interesa la forma en que recordamos. La memoria es importante, tan importante como seguir viviendo, así que intento comprender cómo nuestra memoria devuelve la vida a nuestros muertos.
P. La memoria es fundamental en sus libros. Pero también lo es la violencia: la violencia familiar en La vegetariana, y la violencia relacionada con el poder y la historia en Corea del Sur en Actos humanos e Imposible decir adiós.
R. La violencia tiene que ver con lo que escribo. Blanco es un libro sobre la vida de mi madre, la vida de una mujer nacida en 1941. Desde fuera, parece una existencia tranquila, pero no lo es: ella ha experimentado la violencia que sufrieron las mujeres, y ahora la veo debilitarse lentamente.
P En Blanco, el diálogo íntimo entre la narradora y su hermana parece obviar a sus padres.
R. Hay una razón. Mi padre no mencionó la muerte de mi hermana hasta que yo cumplí 20 años. Mi madre, en cambio, me habló de ello con más frecuencia. En casa también vivían dos hermanos, pero ese era un asunto de mi madre y mío.
P. Prosa poética, memorias, novela. ¿A qué género pertenece Blanco?
R. No querría encasillarlo en una categoría específica. Empecé por escribir una lista de objetos blancos: cuando nace un niño, lo cubren con un vestido blanco. El blanco es también el color del luto en Corea. El blanco es esencial, indica origen. Comencé alternando entre poesía y ensayos, fui cambiando de punto de vista, primero plasmaba el mío y luego el de mi hermana. En la tercera parte me di cuenta de que había llegado a la ficción. Así que, a la hora de decidir la estrategia de distribución comercial, Blanco se convirtió en una novela.
P. El escenario de la novela está dividido en dos: Corea del Sur y Polonia, que fue el país en el que escribió el texto. En La clase de griego, los escenarios son Corea del Sur y Alemania. En Imposible decir adiós, está la capital, Seúl, y la isla de Jeju. ¿Qué significa esta manera de dividir los lugares de sus relatos?
R. No me había dado cuenta... Pero puedo decir que, si no hubiera estado en Varsovia, jamás habría escrito Blanco. Fui invitada por mi traductora, pasé cinco meses en Polonia, descubriendo que durante la Segunda Guerra Mundial fue destruida en un 95% y luego reconstruida basándose en la memoria. La topografía está ligada a la historia. Y la reconstrucción de la ciudad evoca la reconstrucción de mi hermana.
P. Hablando de guerra: Polonia limita con Ucrania, una región de Europa donde hay soldados norcoreanos que luchan junto a los rusos.
R. La prolongación del conflicto es aterradora. Pero cuando hablamos de las muertes, también hablamos de las vidas. Ese es el papel de la literatura. Si mueren 10 personas, estamos invitados a imaginar sus 10 vidas. Pienso constantemente en la violencia. Estamos del lado de la paz, sabemos que cuantas más muertes, más dolor. Porque existe la violencia necesitamos la imaginación.
P. Actos Humanos (sobre la masacre de Gwangju de 1980, cuando la junta militar reprimió las manifestaciones de los estudiantes) e Imposible decir adiós (sobre las matanza de militantes comunistas y supuestos simpatizantes norcoreanos en 1948) abordan la violencia perpetrada en su país.
R. Ambos libros tratan sobre temas largamente censurados. No se podían discutir. Ahora se celebran ceremonias públicas en honor a los caídos en la Guerra de Corea (1950-1953) y son actos tristes, sí, pero también son ceremonias colectivas, son una memoria colectiva que, por lo tanto, compartimos. Estos dos libros narran muertes ocultadas y silenciadas, los sucesos de 1948 fueron tabú hasta hace apenas 10 años. Es un proceso difícil, arduo a nivel político. Para mí es difícil asistir a una conmemoración. Por eso escribí sobre ello. Recientemente me conmovió un vídeo sobre los supervivientes de Gwangju y los familiares de las víctimas. Vi a un padre que había perdido a su hijo leer mi novela y sus lágrimas empaparon las páginas. Me di cuenta de que mi libro puede consolar a las personas.
P. ¿Qué sintió el año pasado cuando el presidente Yoon Suk-yool (posteriormente arrestado y destituido) declaró la ley marcial el 3 de diciembre?
R. Pensé que era imposible, que no había vuelta atrás.
P. Sus libros están impregnados de una profunda espiritualidad, pero no tienen afiliación religiosa.
R. No profeso ninguna religión, pero me considero una persona espiritual. Cuando escribí Blanco, sentí que el proceso de escritura era muy similar a recitar una oración. Intentaba entregar mi cuerpo y mi vida, mis sentimientos y emociones, a mi hermana. Obviamente era algo imposible. Lo intenté a través de la escritura y tuve la impresión de que se asemejaba a una oración. Trabajé en ello en Varsovia, cuando mi hijo aún era pequeño y asistía a un colegio internacional. Ahora tiene 25 años. Durante el día, estaba sola y deambulaba sintiendo que era el cuerpo de mi hermana. Cuando releo el comienzo de la novela, regreso a ese momento. Me parece una plegaria. Lo sentí como una plegaria.
P. Hay una afinidad con Actos humanos.
R. Blanco contiene las palabras que mi madre le dijo a mi hermana: «Por favor, no te mueras». Es la misma frase que usé a menudo en Actos humanos, y me di cuenta de que provenía de lo que mi madre me había contado. Así los dos libros resuenan juntos: en uno, intenté dar vida a las personas asesinadas; en el otro, a mi hermana, que murió prematuramente.
P. Menciona el cuerpo, que a menudo está en el centro de sus libros. ¿El cuerpo es una limitación o un instrumento de libertad? ¿Necesitamos recuperar la conciencia de él?
R. Cuando escribo, recurro mucho al cuerpo y a todo lo que sentimos con él, lo que tocamos, oímos, saboreamos y olemos. El cuerpo es la experiencia que nos une, y siempre lo incorporo a mi escritura.
P. Mientras tanto, la cultura Corea del Sur se ha globalizado, y su poder blando se expresa a través del K-Pop, el cine, la televisión...
R. Pero la cultura coreana comunica pasión; no se limita a un género de moda.

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