Por Edinson Martínez
InstagramDe aquellos tiempos de escasez extrema...

Cuando me desperté en la
mañana, tenía la boca seca, los ojos pesados que se negaban a desperezarse, resistiéndose
tercamente a abrirse no obstante los repetidos intentos para conseguirlo,   en la brevedad de los minutos iniciales, las
retinas fueron esquivando  la luz que se
asomaba por la ventana del cuarto. Lo último que recuerdo de la noche anterior
fue la pregunta de mi madre: ¿Desde cuándo no ves una caja de fósforos? Era tan
grande la escasez de alimentos, medicinas y repuestos para automóviles, que las
restricciones comenzaban a extenderse hacia bienes que no eran de consumo
básico, y no por ello menos importantes, detrás de cuya carencia, con toda
seguridad, se escondería algún drama intimo, personal, tan válido como
cualquier otro de los tantos que se manifiestan en  nuestros quehaceres habituales.  La falta de una cajetilla de  fósforos puede, en efecto,  trastocar la cotidianidad vital de alguna
familia cuando se enfrenta al hecho de encender la hornilla de una cocina.     
Me quedé pensando un rato
sobre la pregunta que, cuando me fue planteada, no le presté atención. La
mirada de ojos pardos de mi madre brillaba en medio de las plantas de helechos
que detrás formaban una especie de pintura con ella en el centro.  Es cierto, no he visto cajetillas de fósforos
en ningún establecimiento comercial, su ausencia en los anaqueles pasaría
desapercibida sino fuera porque aún -no obstante, la variedad de dispositivos
modernos para obtener fuego, que también padecen el mismo mal de la escasez- en
nuestros hogares una cajetilla de fósforos -cerillas, en el hablar de los
naturales de la madre patria-, es un articulo imprescindible para encender la
cocina. Este adminiculo cuyo origen realmente es incierto -como suele suceder
con las cosas sencillas de la vida- es atribuido a los chinos y asociado al
mundo occidental por virtud de los legendarios viajes de Marco Polo. Pero,
su  invención moderna, se remonta a 1805
en París, durante el periodo napoleónico. Su debut mundial se hizo en 1875 en
el Nuevo Mundo, luego de superados los largos años de emancipación española, en
Santiago de Chile, en la Exposición Internacional de Santiago. 

Una cerilla debe haber encendido algunos, sino todos,  los cañones de la flota franco-española en la batalla de Trafalgar en 1805,  la mayor batalla naval de la historia que enfrentó a las potencias militares más poderosas del planeta de aquel momento. Y como siempre se ha dicho, de todo se aprende en la vida, aun de los hechos más dolorosos, pues resulta que, la célebre batalla donde perdió la alianza franco-hispana a manos del no menos reconocido almirante Nelson, de la escuadra inglesa, dejó para la historia varias enseñanzas militares, entre ellas, que la superioridad numérica no siempre es la clave para una victoria. Que no siempre los protagonistas salen indemnes. El almirante Nelson, en cuyo honor y hazaña estratégica, se erigió una plaza en  Londres en 1830, la cual fue bautizada como Trafalgar Square, murió en combate de un certero disparo en la columna vertebral y, su cadáver, debió ser envasado en un barril de brandy de Jerez para conservarlo hasta regresar a Londres. Recuerdo que para los tiempos de la guerra fría, una serie de TV americana de nombre “Viaje al fondo del mar”, tenía en su elenco de estrellas, un protagonista que, similarmente, se identificaba como almirante Nelson… ¿Sería mera casualidad?... ¡Claro que no!, en la televisión, y muchísimo menos en aquellos tiempos, nada era casual o dejado al azar en la programación televisiva que llegaba a millones de norteamericanos, y desde luego, a nosotros también, dada la ubicación geopolítica del área de influencia en que nos encontrábamos.

Una sola chispa de un
(fosforo) puede hacer encender la pradera, dijo en 1930  Mao Tse Tung en su larga marcha
revolucionaria en China -por cierto expresión de uso frecuente en la
fraseología revolucionaria, y torpemente citada en  nuestros días, por el diputado que instaló la
recientemente electa AN-. La chispa, Iskra,  (chispa en ruso), fue el periódico de los
revolucionarios rusos editado a partir de 1900. Su lema: “De una chispa el
fuego se reavivará”, forma parte de la historiografía soviética, cuya autoría
se atribuye a Vladimir Ilich Ulianov (Lenin). En nuestros predios más cercanos,
fue La Chispa, un periódico
artesanal, hecho a multígrafo de primera tecnología -la más antigua tecnología
de impresos, quise decir- que hizo ganador a un 
movimiento político de izquierda -por primera vez desde su fundación, ahora
fecha remota del siglo pasado: un 10 de marzo de 1936-, las elecciones
sindicales del Sindicato Petrolero de Trabajadores de Lagunillas (STPL), el más
grande e importante sindicato petrolero de Venezuela, con un lozano dirigente
obrero a la cabeza, enfrentado a la clase sindical dominante del momento, su
nombre,  Gerásimo Chávez. Eso fue, sí mi
memoria aún conserva la claridad de entonces, entre 1975 y 1975.
Un fosforo, una cajetilla
de fósforos, es algo tan sencillo, tan elemental, que nadie podría notar la
ausencia de algo tan insignificante. Es tan poca cosa que, por esa misma razón,
no debería escasear. Sin embargo… ¡No hay fósforos! Nunca se ha escuchado decir
que alguien acapare fósforos, ni tan siquiera creo que sirvan en nuestro tiempo
para encender los cañones de la guerra asimétrica, ni tampoco elemento
estratégico de la guerra económica,
esa nueva expresión de la garrulería doctrinaria del gobierno, que bien
justifica la escasez de crema dental como la de fármacos para enfermedades crónicas.   
Cuando mi madre me
preguntó por la cajetilla de fósforos, recién terminaba el mes de diciembre de
2015. Supongo, ahora cuando finalizamos el primer mes del año, que una caja de
cerillas es un verdadero artículo de lujo, una opulencia que alguno de nuestros
bolsillos conserva para ocasiones especiales, como, en efecto, se nos han ido
convirtiendo desde las cosas más sencillas de la cotidianidad, hasta aquellas
que en algún momento fueron excepcionales disfrute de la modernidad. 
Realmente transportar la sencillez de una nación rica en una visión de la igualdad que refleja el nuevo sentido del orden mundial tiende a la tendencia que es a valorar lo que antes era sumamente sencillo y ahora el verlo es tan complejo su significado solo puede compararse con obras de grandes maestros de la pintura y el arte. .Sumamente interesante ..
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