Kunst am Turm (Arte en la Torre). Crónica.
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Era una pareja formada por un hombre y una mujer, enormes, con una estatura superior al promedio de las nuestras, y, eran tan catires que parecían albinos. Vestían de modo muy informales, al estilo en que usualmente lo hacen los turistas, incluso la mujer llevaba colgando de su cuello una cámara fotográfica, igual a los viajeros foráneos. Al presentarme, imaginando que en verdad eran norteamericanos, me causó mucha risa descubrir que no eran tales sino alemanes, poniéndomela así de manera más difícil para conseguir entendernos. El caso es que cómo pudimos, al poco rato logramos precisar cuál era el interés en contactarme. Era el mural, la obra culminada meses atrás en nuestra ciudad, la cual por sus dimensiones se había convertida en referencia obligada en su paisaje urbano, llamando la atención a propios y extraños. Esa era la razón de aquella visita inusitada en medio del sopor atormentado de esa mañana de abril, el mes más caluroso del año presagiando las lluvias de la otra mitad de la estación climática en nuestro país. Así, entre mímicas, un pésimo español y un inglés a trancazos, como auto bajando una cuesta con el pie pisando el freno atenuando el descenso, lograron explicarme la razón de entrevistarse conmigo. Para ese momento todavía teníamos muy presentes todos los pormenores de la ejecución de la obra promovida y apoyada entusiastamente por Lolita Aniyar de Castro, gobernadora en aquella época, cuya primera impresión cuando le referí la idea, fue: "Edinson, tú como que te volviste loco"
...Sigo luego porque es muy incómodo escribir con un dedo...

 Pasaron varios meses y me fui olvidando del asunto, apenas lo recordaba de vez en cuando sin dar mucho crédito a la puntualidad alemana. Cuando llegó la fecha indicada para recibir el ejemplar de la revista, 13 de diciembre de 1994, entonces no la recibí, la había estado esperando con ansiedad, sobre todo porque estas dos personas me aseguraron firmemente que, para dicha celebración, exactamente ese día, la recibiría con toda seguridad. Se fue el 13 de diciembre, y no pasó nada... Pero el 14, es decir al siguiente día, bien temprano, un cartero (entonces todavía había carteros y el correo funcionaba medianamente), tocaba el intercomunicador del edificio, y desde la bocina del aparato, alguien me decía: "señor Martínez tengo un paquete para usted". Efectivamente, al abrir el sobre, un par de SBZ se desplegaron ante mí, los examiné rápidamente, y en sus páginas internas, creo que casi en el centro del impreso, me encontré con el titular principal Kunst am Turm, siguiendo luego con un amplio reportaje de cuatro columnas en cada hoja, donde se reseñaba la obra junto a varias de las fotos que les entregué. No llegaron el 13, pero el 14 bien temprano ya las tuve en mis manos. Entonces pensé, "¡cuánta de esa puntualidad nos hace falta!".
Pasaron varios meses y me fui olvidando del asunto, apenas lo recordaba de vez en cuando sin dar mucho crédito a la puntualidad alemana. Cuando llegó la fecha indicada para recibir el ejemplar de la revista, 13 de diciembre de 1994, entonces no la recibí, la había estado esperando con ansiedad, sobre todo porque estas dos personas me aseguraron firmemente que, para dicha celebración, exactamente ese día, la recibiría con toda seguridad. Se fue el 13 de diciembre, y no pasó nada... Pero el 14, es decir al siguiente día, bien temprano, un cartero (entonces todavía había carteros y el correo funcionaba medianamente), tocaba el intercomunicador del edificio, y desde la bocina del aparato, alguien me decía: "señor Martínez tengo un paquete para usted". Efectivamente, al abrir el sobre, un par de SBZ se desplegaron ante mí, los examiné rápidamente, y en sus páginas internas, creo que casi en el centro del impreso, me encontré con el titular principal Kunst am Turm, siguiendo luego con un amplio reportaje de cuatro columnas en cada hoja, donde se reseñaba la obra junto a varias de las fotos que les entregué. No llegaron el 13, pero el 14 bien temprano ya las tuve en mis manos. Entonces pensé, "¡cuánta de esa puntualidad nos hace falta!".
Uno de los ejemplares se lo obsequié al autor de la obra, mi siempre recordado amigo Manuel Vargas, y el otro a Julieta Arriechi, dejando para archivos una copia a full color que mandé a hacer. Al profesor Jesús Casado le pedí la traducción, quien gustosamente me la leyó durante una visita que le hiciera al diario El Regional del Zulia, donde laboraba como corrector de textos.
Después de tantos años transcurridos, cuánto lamento que por la desidia general, de gobernantes y gobernados, la obra paulatinamente haya ido deteriorándose, casi desvaneciéndose, por no haberse realizado la debida restauración que tocaba en sus primeros quince años de vida. Quizás llegue al punto en que ya no pueda restaurarse, entonces se convertirá en el mayor icono de la desidia de un pueblo. ¿Qué pensarían hoy aquel par de alemanes deslumbrados entonces por los cuarenta y dos metros de altura de El mural más grande?
Manuel Vargas, artista plástico pionero en el arte urbano de gran formato en el estado Zulia. Falleció en Maracaibo, estado Zulia, el año 2018 a los 69 años. Es el autor de la obra El mural más grande, referencia muralística de la región y el país por sus enormes dimensiones, considerándose hasta el presente la obra de mayor superficie de arte urbano en Venezuela.

 
 
Edinson,
ResponderEliminarGracias por compartir ese contexto tan valioso, sobre uno de las mayores retos que afrontamos en esa época.
Formar parte de esta obra, rescatada por la palabra lúcida de Edinson Martínez, es también asumir una responsabilidad con la memoria cultural del Zulia. *El mural más grande*, creado por el maestro Manuel Vargas, e impulsado en su totalidad por iniciativa del Economista Edinson Martínez a quin me unen lazos de afecto y cariño.
Dicho espacio cultural no es solo una hazaña de arte urbano, es un símbolo de identidad regional, de lucha y expresión a gran escala.
Hoy, esa obra —quizás en riesgo de perderse— representa más que pintura sobre concreto: representa lo que fuimos capaces de soñar colectivamente.
Tomando un fragmento de las palabras de Edinson > “Quizás llegue al punto en que ya no pueda restaurarse, entonces se convertirá en el mayor ícono de la desidia de un pueblo.”
Esa frase de Martínez nos interpela, me invita a involucrarme de una u otra manera, ¿Qué pensarían aquellos alemanes que un día quedaron deslumbrados ante sus 42 metros de altura?
¿Qué pensamos nosotros hoy, que aún estamos a tempo de recuperar lo que hoy es el centro de referencia de una ciudad que lo vio construirse y que forma para su historia.
Por eso me atrevería solicitar la intervención en la recuperación de la obra Cultural, a mi amigo, José Mosquera - Alcalde del Municipio Lagunillas y al Gobernador - Luis Caldera, a quien tuve la oportunidad de conocer y realizar varias actividades de índole cultural cuando era Alcalde de del Municipio San Rafael del Mojan, para solicitar su atenció y especialmente su interés en este caso ya que, conozco de su compromiso con la cultura y el desarrollo de nuestra región.
Su visión y liderazgo son fundamentales para impulsar proyectos que enaltecen nuestra identidad zuliana. Su apoyo a iniciativas culturales como El Mural Más Grande es crucial para preservar nuestro patrimonio y promover el desarrollo turístico y económico de nuestra región.
Les pido que consideren apoyar la preservación y promoción de esta obra de arte, que no solo es un patrimonio cultural de Ciudad Ojeda, sino también un atractivo turístico que puede beneficiar a la comunidad local.
Agradezco su atención y espero que puedan unir esfuerzos para proteger y promover nuestro patrimonio cultural.
Pedro Camacho .