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Que nadie sepa mi sufrir

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Por Edinson Martínez Instagram No tratándose de mis pesares, debo aclarar a mis lectores que el título del presente texto corresponde a una vieja canción escrita en 1936 por un argentino de nombre Enrique Dizeo, poeta y compositor dedicado al género del tango. Es una de esas letras corta venas, angustiante y sufriente, a la usanza de las tragedias del desamor cantadas en los tangos que, sin embargo, fue arreglada en ritmo de vals peruano por el también argentino Ángel Cabral. Creo, de acuerdo con los entendidos, en que fue la pieza musical de mayor reconocimiento para su autor. ¡Y vaya que tuvo una extensa lista de composiciones! Enrique Dizeo tuvo una larga vida, murió a los 87 años, después de vivir entre dos siglos y conocer a las glorias más destacadas del género al que dedicó su talento. Murió en Buenos Aires, durante el otoño de 1980, mientras las hojas de cada Jacarandá se desprendían marchitas a causa del ciclo estacional que cambia el clima de la ciudad. Llevó una vida de cont...

Puerto Soledad

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Por Edinson Martínez Instagram A la mujer que abrió las alas de mis fantasías, Magüe. Del techo colgaba durante el invierno una gota que, olvidada en verano, se hacía insoportable en los días de lluvias, una olla improvisada la recibía, paciente y tenaz, junto a las sombras de la noche durante toda la temporada. La gota de agua siempre es la misma, se suelta del techo siendo una y otra vez aquella que antes ha caído. Sobre la nada, una película de figuras humanas y semihumanas se proyectaba hasta la madrugada en el cielo interior que miraba caerla en persistente silencio. Los perros de la calle, hacían coro junto a Kalimán en el ladrido colectivo que, en comparsa fortuita, azoraban el misterio de aquellas horas nocturnas, entre todos ladraban las figuras que el azar iban construyendo con los brazos de los árboles que se batían contra el viento mojado.   De vez en cuando aparecía sobre las ventanas algún destello de luz que se perdía en el techo de la habitación, renovándose cada...

El Libro de la risa y el olvido

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Por Edinson Martínez Instagram “En febrero de 1.948, el líder comunista Klement Gotwald salió al balcón de un palacio barroco de Praga para dirigirse a los cientos de miles de personas que llenaban la Plaza de la Ciudad Vieja”. Así comienza en sus primeras líneas la obra El libro de la risa y el olvido , de Milan Kundera, por cuya publicación en 1.979 fue acusado de traidor a la patria y privado de su nacionalidad. Hay una facilidad para proceder tan inverosímil como ridícula en todos los regímenes autoritarios para acusar de agentes extranjeros y traidores a la patria a quienes se les oponen, que después de tanto ponerse en práctica se convirtió en una tragedia de colosales repercusiones. Pues, se transformó en la forma más expedita de liquidar cualquier discusión política, ya no por la calidad argumental de ella, sino por la descalificación artificiosa de actores políticos adversos para quitarlos de en medio. Con el tiempo se transformó en una especie de libreto o guion para el...

El Hombre Cero. Crónicas perdidas

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Por Edinson Martíne z Instagram   “Los hombres en desgracia no atraen m ultitudes, sino curiosos”. Francisco M artín Moreno En las afueras del perímetro urbano de nuestras primeras ciudades –para entonces modestas y precarias poblaciones en transición al futuro anubarrado que hoy representan–, especie de suburbios del pecado, que para el goce y disfrute del amor furtivo se edificaban en torno a ellas. Pasiones desesperadas, celos atormentados y amores sin porvenir, culminaron en tragedias y ruinas personales acompasadas con las bandas sonoras de los éxitos musicales del momento. Fueron denominadas en aquellos tiempos como   «zonas de tolerancias» o «conventillos» –según o en acuerdo a cada nacionalidad–, conforme a una nomenclatura espontánea que surgía de la ocurrencia popular, evidentemente que no correspondía  a ninguna zonificación catastral de las que modernamente registran en el presente las autoridades de nuestras ciudades, pero a los efectos de la ubicaci...

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Por Edinson Martínez Instagram A fulanita de tal,  quien me invito a su casa cuando aún faltaba mucho para culminar el siglo veinte. I En el ocaso de las tardes calientes de esta tierra de gramíneas y tunas, se pueden ver sobre el dique las garzas pacientes y elegantes que recuerdan la costa lacustre. En la calle cinco de la urbanización, justo la que corre paralela al muro, en la casa de la esquina del final de la calle, Sebastián y Celina se sentaban a tomar café en las tardes debajo de una enorme mata de mangos que cubría de sombras el patio de la casa. Miraban desde allí las garzas que picoteaban entre el salitre y la grama silvestre los animalitos de la porción de terreno que separaba la calle de la escollera.   Cuando la sirena de las cuatro de la tarde marcaba el fin de la jornada laboral, cada quien presuroso dejaba los talleres y patio de tanques para integrarse a su vida doméstica; marchaban los trabajadores a sus casas al encuentro de su mujer, muchachos, an...

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